Fantasmas, una historia de amor
Susana
Llahí
En esta puesta,
Fernando Alegre realiza la adaptación de El
holandés errante, leyenda inmortalizada por el dramaturgo inglés Edward
Fitzball (1826) y entre otras versiones, por la ópera de Richard Wagner (1841).
En la obra de Fitzball, al capitán se le permitía bajar a tierra una vez cada
varios cientos de años para tratar de hallar una mujer con la que compartir su
maldición. En la ópera de Wagner, cada siete años. En la versión de Alegre, el
atormentado marino baja a tierra sólo por un día cada siete años para poder
encontrar a la mujer que desee casarse con él, que además deberá ser pura y
casta para que pueda romper el hechizo y de esa manera, permitir que él deje de
vagar eternamente.
Como en la leyenda original, el
marino en su audacia desafía las leyes de la navegación, es el mejor, el más
veloz, el más rico y por eso merece el castigo de navegar interminablemente Por
supuesto, viaja rodeado de fantasmas, sus viejos marinos son fantasmas
traviesos, bromistas, muy temerosos y desconfiados. Ya la costa está a la
vista. ¿Podrá esta vez el capitán vencer la maldición y encontrar a la mujer
indicada?. En tierra lo espera una joven que sueña con el protagonista de la
leyenda pero también, las trampas de quien está enamorado de ella y la codicia
del padre de la joven.
La historia es lineal, fácil de
interpretar. El sistema de personajes presenta la oposición de buenos y malos,
personajes de los que, nítidamente, surgen los valores positivos y negativos,
donde los malos son ridiculizados y finalmente derrotados. Actuaciones
teatralistas, con armónico desplazamiento escénico, con muy buena adjudicación
de roles. En el aspecto verbal, es bueno destacar la expresividad y excelente
vocalización. Los parlamentos de los tres marinos fantasmas se concretan con
ritmo y juego tonal, lo que le da al discurso una belleza singular. Canciones
con mucho ritmo que los chicos aplauden con entusiasmo.
El buque ideado por Fernando y
Emiliano Alegre resulta sumamente funcional y original: paneles rectangulares
que los mismos fantasmas deslizan hacia adelante y atrás como si el casco del
barco fuera movido por el mar. Un vestuario colorido y ajustado al momento
histórico (ropa de comienzos de siglo XIX), al ambiente marino y de la
piratería. El maquillaje va acompañado de máscaras en todos los personajes a
excepción del Holandés y de su enamorada, la desnudez del rostro nos induce a
pensar en la pureza de sentimientos de la joven y en la angustiosa necesidad de
amor que tiene el marino, lo que lo transforma en un ser generoso y
amable.
Una puesta muy interesante que
hubiera merecido continuar durante toda la temporada 2014.
Ficha técnica:
Elenco: Aldana Ruberto:
Rodrik. Nerina Balza: Ulrik. Juan Flores: Erik. Faniela Piemonte-Antonella
Benedetti-Tomás Chediex: Dalandro. Sebastián González: Enriko. Agostina
Fischietti: Daemonia. Anahí Politi: María. Agustín Suárez-Vladimir Klink:
Holandés. Libro y dirección: Fernando
Alegre. Asistencia de dirección:
Hugo Aguilar. Escenografía: Emiliano
Alegre-Fernando Alegre. Vestuario:
Pedro Muñoz. Música: Carlos Ledrag. Ayudante de escena: José Cardozo. Diseño de luces: Fernando Alegre. Máscaras: Karina Zabala. Diseño gráfico: Fernando Briloni. Maquillaje: Roccisano-Alegre. Producción: Fernando Alegre-Punto de
Fuga
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