martes, 19 de agosto de 2014

Fantasmas, una historia de amor



Fantasmas, una historia de amor
Susana Llahí
En esta puesta, Fernando Alegre realiza la adaptación de El holandés errante, leyenda inmortalizada por el dramaturgo inglés Edward Fitzball (1826) y entre otras versiones, por la ópera de Richard Wagner (1841). En la obra de Fitzball, al capitán se le permitía bajar a tierra una vez cada varios cientos de años para tratar de hallar una mujer con la que compartir su maldición. En la ópera de Wagner, cada siete años. En la versión de Alegre, el atormentado marino baja a tierra sólo por un día cada siete años para poder encontrar a la mujer que desee casarse con él, que además deberá ser pura y casta para que pueda romper el hechizo y de esa manera, permitir que él deje de vagar eternamente.
            Como en la leyenda original, el marino en su audacia desafía las leyes de la navegación, es el mejor, el más veloz, el más rico y por eso merece el castigo de navegar interminablemente Por supuesto, viaja rodeado de fantasmas, sus viejos marinos son fantasmas traviesos, bromistas, muy temerosos y desconfiados. Ya la costa está a la vista. ¿Podrá esta vez el capitán vencer la maldición y encontrar a la mujer indicada?. En tierra lo espera una joven que sueña con el protagonista de la leyenda pero también, las trampas de quien está enamorado de ella y la codicia del padre de la joven.
            La historia es lineal, fácil de interpretar. El sistema de personajes presenta la oposición de buenos y malos, personajes de los que, nítidamente, surgen los valores positivos y negativos, donde los malos son ridiculizados y finalmente derrotados. Actuaciones teatralistas, con armónico desplazamiento escénico, con muy buena adjudicación de roles. En el aspecto verbal, es bueno destacar la expresividad y excelente vocalización. Los parlamentos de los tres marinos fantasmas se concretan con ritmo y juego tonal, lo que le da al discurso una belleza singular. Canciones con mucho ritmo que los chicos aplauden con entusiasmo.
            El buque ideado por Fernando y Emiliano Alegre resulta sumamente funcional y original: paneles rectangulares que los mismos fantasmas deslizan hacia adelante y atrás como si el casco del barco fuera movido por el mar. Un vestuario colorido y ajustado al momento histórico (ropa de comienzos de siglo XIX), al ambiente marino y de la piratería. El maquillaje va acompañado de máscaras en todos los personajes a excepción del Holandés y de su enamorada, la desnudez del rostro nos induce a pensar en la pureza de sentimientos de la joven y en la angustiosa necesidad de amor que tiene el marino, lo que lo transforma en un ser generoso y amable.  
            Una puesta muy interesante que hubiera merecido continuar durante toda la temporada 2014.
Ficha técnica:
Elenco: Aldana Ruberto: Rodrik. Nerina Balza: Ulrik. Juan Flores: Erik. Faniela Piemonte-Antonella Benedetti-Tomás Chediex: Dalandro. Sebastián González: Enriko. Agostina Fischietti: Daemonia. Anahí Politi: María. Agustín Suárez-Vladimir Klink: Holandés. Libro y dirección: Fernando Alegre. Asistencia de dirección: Hugo Aguilar. Escenografía: Emiliano Alegre-Fernando Alegre. Vestuario: Pedro Muñoz. Música: Carlos Ledrag. Ayudante de escena: José Cardozo. Diseño de luces: Fernando Alegre. Máscaras: Karina Zabala. Diseño gráfico: Fernando Briloni. Maquillaje: Roccisano-Alegre. Producción: Fernando Alegre-Punto de Fuga

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